Reportaje Discovery Salud 2009
Este excelente articulo fue publicado por la revista Discovery Salud Nº118 y está también disponible en el sitio web de esta revista española.
El pasado mes de mayo el Dr. Isaac Goiz, creador de la teoría del Par Biomagnético y del tratamiento de todo tipo de enfermedades con simples imanes, accedió a poner a prueba su terapia en la clínica que dirige en Marbella (Málaga) el Dr. Raymond Hilu y más de doscientas personas fueron tratadas en apenas cuatro días. A la mayoría se le recogió una muestra de sangre antes del diagnóstico con los imanes y de ser tratados los pares correspondientes y otra después para así comprobar si los microorganismos señalados como responsables de sus patologías estaban realmente presentes en sangre después del tratamiento. Les contamos los resultados.
La difusión en España del método de diagnóstico y tratamiento del Par Biomagnético creado por el médico mexicano Isaac Goiz (vea en nuestra web –www.dsalud.com- los artículos que hemos publicado al respecto en los números 76 y 112) ha prendido en apenas unos meses con tanta rapidez que resulta sorprendente. Claro que no es de extrañar dado el éxito que los médicos y terapeutas que la han incorporado ya en sus consultas están obteniendo. Ciertamente no se trata de una cura milagrosa que resuelva todas las patologías pero en manos de profesionales bien formados se ha revelado como un método de posibilidades insospechadas –especialmente cuando la causa es una infección- cuyos límites están aún por conocer.
De hecho el doctor Goiz reclamó durante años que se constatase la eficacia de su tratamiento mostrándose dispuesto a cualquier tipo de ensayo o prueba a la que quisieran someterle los colegios médicos, propuesta que en nuestro último encuentro en Madrid reiteraría: “Necesito simplemente –nos diría- un centro clínico que aporte algunos pacientes con el diagnóstico ya hecho. Veinte, treinta, cien... los que sean. Y que me digan por ejemplo: tienen tuberculosis. Y entonces nosotros los testamos, les ponemos los imanes en el par correspondiente a esa patología –que, por cierto, es supraespinoso-supraespinoso- y constatamos cuántos se curan. ¿Que se cura uno solo? Pues es obvio que mi planteamiento no es correcto. Pero, ¿y si se cura el 90%? Es sencillo, luego ¿por qué no me permiten mis colegas demostrarlo?” El silencio había sido siempre la respuesta. Hasta ahora…
Primero fue el doctor Santiago de la Rosa -miembro de nuestro Consejo Asesor- quien de una forma muy pragmática se planteó estudiar la capacidad microbicida de los imanes sobre distintos microorganismos ¡in vitro! Para lo cual se cultivaron durante 24 horas en un laboratorio especializado una serie de bacterias y hongos –concretamente Escherichia coli, Klebsiella pneumoniae, Streptococcus agalactiae, Proteus mirabilis, Haempphylus influenzae y Candida albicans- en los medios apropiados (agar sangre, agar chocolate, agar MacConkey y Saboraud cloranfenicol) y pasado ese tiempo se colocaron dos imanes encima y debajo de las placas durante otras 24 horas para observar si había crecimiento microbiano o éste se detenía. La prueba demostraría que in vitro los imanes no son capaces de frenar el crecimiento de esos microorganismos patógenos constatando así que sólo actúan sobre el bioelectromagnetismo propio de los organismos vivos complejos.
Porque en éstos sí funciona. La respuesta por tanto tiene que estar fuera de las probetas, en las complicadas interacciones que se dan en el organismo humano, en el pH del terreno vivo necesario para la proliferación o no de los microorganismos. Había por tanto que subir un escalón más en la investigación y analizar el comportamiento del método en un numeroso grupo de enfermos. Y eso es lo que decidió asumir el doctor Raymond Hilu en el instituto que lleva su nombre. “Sinceramente –nos diría-, lo hice por incredulidad. Había asistido un par de días al curso que hace unos meses impartió en Madrid y ustedes anunciaron y lo que el Dr. Goiz explicó en él me pareció demasiado bueno para ser cierto. Si es verdad, me dije, se trata de un descubrimiento fantástico y hay que darlo a conocer, elevar su práctica a la enésima potencia. Y si no lo es hay que decirlo públicamente para que nadie se haga vanas ilusiones. Así que le propuse hacer la prueba que pedía con numerosos pacientes a la vez. Sabía que la idea le iba a gustar porque me consta que lo había intentado en varias ocasiones sin conseguirlo”.
Y Goiz aceptó el reto: testar con su método -lo que finalmente se hizo en el centro que dirige en Marbella (Málaga) entre el 14 y el 17 de mayo pasados- a ¡más de doscientos pacientes! de las más diversas patologías en presencia como observadores de médicos de otros países. Pues bien, aunque los resultados estadísticos aún se están elaborando Hilu ya habla abiertamente de “éxito rotundo” del método. “Se trata –afirma con rotundidad- de una de las terapias más eficaces con las que me he cruzado en todos los años que llevo de praxis médica. Lo más sorprendente es su sencillez. Y su principal ventaja que carece de efectos secundarios. Lo único que choca a veces es el diagnóstico porque el de Goiz difiere a menudo del que trae el paciente. Algo que no me preocupa porque lo importante es que el enfermo mejora con el tratamiento. Y a mí lo que interesa no es tanto saber qué tenía realmente como si tras el tratamiento mejora o se cura. Me importa que el resultado final es positivo y beneficioso para el paciente.”
PREPARANDO EL ESTUDIO
Dicho esto adelantamos desde ya que las pruebas realizadas en mayo pasado en Marbella no serán admitidas como un “ensayo” por la comunidad médica. Pero lo cierto es que lo que allí ocurrió no puede ni debe ser obviado pues el Dr. Hilu intentó que fuera lo más objetivo posible. De hecho se aseguró de que los pacientes que acudieran allí no fueran sólo suyos sino de médicos y terapeutas de diferentes países: Estados Unidos, Inglaterra, Alemania, Francia, Suecia, Finlandia, India y, por supuesto, españoles. E invitó a algunos de sus colegas a acudir como observadores; fue el caso de los doctores italianos Conte y Limontini y de la doctora británica Mary Staggs. Asimismo habló con dos laboratorios independientes que se pudieran hacer cargo de analizar la sangre de los pacientes antes de ser tratados por el Dr. Goiz o por los dos colaboradores que le ayudaron en esta singular experiencia de forma absolutamente altruista y en jornadas auténticamente maratonianas –Juan Carlos Albendea y Águeda Iribarren- para confirmar si existían los patógenos que se detectaban con el test kinesiológico y a los quince minutos de finalizar el tratamiento recoger de nuevo una muestra de sangre para compararla con la primera. Al final no pudo ser.
“Para mí es un misterio –nos diría el Dr. Hilu-. No entiendo qué ha pasado. Primero hablé con un importante laboratorio de Barcelona al que le propuse encargarse del asunto y me confirmó verbalmente que estaría encantado de colaborar. Es más, me pidieron que les pasase por escrito la relación de los posibles patógenos que tendrían que buscar para tener los reactivos preparados así que como yo había hecho el curso de Goiz cogí una lista de todos los patógenos que pueden detectarse y se la mandé. Tardaron bastante en estudiarlo. Hasta que al final, después de varios e-mails, me dijeron que sí, que tenían capacidad suficiente. Sin embargo, cuando se acercó la fecha de la prueba les llamé para sellar por escrito el compromiso y entonces, para mi sorpresa, me contestaron que cada analítica les iba a salir por unos 2.000 euros y se trataba de un coste que no podían afrontar. Mire, yo he pedido en multitud de ocasiones hacer análisis de patógenos a los laboratorios y sé que no cuesta eso. Finalmente, un par de semanas antes de que llegara Goiz, rechazaron cualquier tipo de colaboración. Me dijeron que la ‘filosofía del laboratorio’ –expresión textual que usaron-, tras unirse a otro francés de carácter multinacional, no les permitía abordar ese trabajo”.
Hilu nos explicaría que lo intentaría entonces con un laboratorio de Valencia. Y de nuevo se encontró con la misma respuesta. Primero le dijeron que sí y después, por razones nada convincentes, que no. También fallaría un último intento con un laboratorio más pequeño de Marbella.
Hilu decidió entonces modificar la estrategia y solicitó rápidamente a los pacientes que se habían apuntado al estudio que trajeran la documentación médica que acreditara sus diagnósticos añadiendo luego un elemento comparativo más: la realización del estudio de la sangre en su propio centro para verificar los resultados mediante varios métodos de diagnóstico: campo oscuro, contraste de fase y test de coagulación. A fin de cuentas su sistema de microscopía morfológica celular permite llegar a los 60.000 aumentos y ver todo tipo de bacterias, hongos y parásitos con absoluta claridad e identificarlos siguiendo la estela del trabajo de Antoine Béchamp quien demostró que la sangre no es estéril. (vea el recuadro adjunto). Además, cuando se consideró necesario se añadieron al estudio elecrocorporogramas, electrocardiogramas, oximetría o ecografías. El resto era el test diagnóstico de Goiz, los imanes sobre los puntos señalados y la prueba posterior en el propio centro que se completaría con un seguimiento de los pacientes una vez regresaran a sus hogares.
LA SANGRE VIVA
En suma, más de doscientos pacientes pasaron por las instalaciones de Raymond Hilu. Como María, que llegó con un diagnóstico de hepatitis. Hilu la sentó y con un simple pinchazo le extrajo una gota de sangre que pasó a analizar a través del microscopio. Lo singular es que la imagen de la misma pudo luego seguirse a través de una pantalla de plasma de 40 pulgadas instalada en la pared; en ella, a los pocos minutos, todos los presentes pudieron ver cómo los glóbulos rojos, flotando en el líquido extracelular, aparecían apelmazados, formando columnas a modo de monedas apiladas, con escasa movilidad. “Problemas de circulación”, apuntaría Hilu. Y siguió buscando mientras iba cambiando filtros de luz. Aparecerían así diversas formaciones que Hilu identificaba en cada caso como hongos o bacterias. Y antes de terminar allí vimos unas estructuras de apariencia pétrea contra las que los escasos glóbulos que aún mantenían cierta movilidad se estrellaban y rodeaban. “Microtrombos”, diagnosticó Hilu. A continuación observó la placa donde otra gota de sangre se había coagulado y enseguida apareció una figura característica en forma de rosa -que el doctor definió como significativa de estrés cardíaco- y unos bordes grisáceos formados por la acumulación de tóxicos que muy bien podían corresponderse con un problema de mal funcionamiento hepático.
A continuación llegaría el turno de Goiz. Con la paciente tumbada en la camilla, sujetando los pies por los talones, muy atento a cualquier diferencia entre los mismos, comenzó a recitar su particular mantra de los distintos pares posibles para después preguntar por las más diversas patologías directamente en voz alta al organismo que tenía entre manos esperando siempre la respuesta en forma de alargamiento o acortamiento de las piernas. Su diagnóstico final ampliaba el que la paciente llevaba: cirrosis hepática y cálculos renales. Le situó los imanes y la paciente se quedó en reposo durante doce minutos. Pasado ese tiempo el doctor Hilu le extrajo de nuevo dos gotas de sangre: una para verificar una vez coagulada y otra que pasó a observar directamente al microscopio. Y así, a través de la pantalla instalada en la pared, los pacientes y observadores pudieron presenciar el espectáculo de la sangre viva. Sólo que donde antes había como “pilas de monedas” tras el tratamiento lo que se veían eran glóbulos bien diferenciados, perfectos en su individualidad, moviéndose con alegría. De las bacterias y hongos ni rastro por más que se buscaron; en cambio allí estaban aún los microtrombos de apariencia granítica. Todo parecía haber mejorado menos eso. En la sangre coagulada la figura en forma de rosa significativa de estrés cardíaco había igualmente desaparecido. No así los bordes de acumulación tóxica que, aunque algo menores, todavía permanecían visibles. Sólo tras el paso de los días con el hígado funcionando normalmente, tal y como sostenía Goiz, podría apreciarse su eliminación. Antes de marcharse el doctor Hilu decidió recomendar a María que para prevenir posibles problemas de trombos tomara pastillas de magnesio. Quizás también hubieran desaparecido sin más con el paso de los días pero lo mejor era completar el tratamiento. El propio doctor Hilu quedó sorprendido: “Para eliminar las bacterias, hongos, trombos y mejorar la circulación hasta ese punto hubiera necesitado en condiciones habituales más de seis medicamentos y seguir un tratamiento de varios mese”.
Y sin embargo, ¡lo que es la vida! A los pocos días Hilu recibía una llamada: esa paciente había sido ingresada con una trombosis. Había optado por ignorar la recomendación de las pastillas de magnesio… o se le había pasado. Afortunadamente, nada grave. El ingreso sirvió además para comprobar que el resto de parámetros hepáticos se encontraba bien.
Indudablemente uno de los aspectos más novedosos de la teoría de Goiz es la presencia de los virus-hongos y bacterias-parásitos en polos opuestos como causantes de enfermedad. Por tanto resultaba todo un reto saber si a través de la microscopía utilizada por Hilu podían encontrarse restos de los mismos en la sangre. Y así fue. “En más del 80% de los casos -no tengo aún las estadísticas terminadas, explicaría Hilu- encontré en las muestras de sangre de los pacientes los mismos parásitos que Goiz señalaba utilizando el Par Biomagnético”.
En todo caso, curaciones y mejorías aparte, lo que más llamó la atención de Hilu fue el comportamiento de la sangre antes y después de aplicar los pares. “Obviamente –nos diría- la mayor parte de los pacientes que aceptaron acudir a este estudio estaban muy enfermos. Y al examinar su sangre antes de ser tratados por el doctor Goiz pudo verse que era la propia de alguien enfermo, con una circulación de muy mala calidad, con muchos patógenos, toda clase de suciedad en la sangre y comportamientos anómalos de las defensas con los neutrófilos inutilizados. Sin embargo, a los quince minutos de haber sido tratados volvía a mirar la sangre y veía una historia completamente diferente. Parecía sangre de otra persona que no tuviera que ver con el mismo paciente. Todas las anomalías morfológicas sanguíneas quedaban corregidas. En muchos casos los neutrófilos, estáticos antes, se mostraban muy activos después. Los microorganismos vivos, intraeritrocitarios antes, habían sido expulsados. Seguían moviéndose unos minutos y luego morían. Además, al observar la sangre a los 15 minutos del tratamiento pudimos ver cómo había aumentado la oxidación celular y mejorado la circulación, excepto las plaquetas. Y en los casos de cirrosis hepática, al analizar la sangre bajo el microscopio después de poner los pares -y ha supuesto una auténtica novedad para mí-, vimos una especie de cicatrices hepáticas en gran cantidad sueltas en la sangre como efecto del tratamiento porque entre medias no había habido más que los imanes. Ya había visto antes el fenómeno y por eso sé que se trata de excrecencias hepáticas pero no lo había visto con tanta frecuencia y con un efecto tan rápido”.
La única constante que no se modificó en ningún caso -y a la que Hilu piensa dedicar un estudio más profundo- fue la presencia de trombos.
¿Y el pH, núcleo central de la teoría de Goiz? La tecnología del Instituto Hilu no utiliza coloraciones para las muestras de sangre ya que considera que de esta manera se pueden adulterar las muestras. En su lugar, y para no perder las ventajas que puede aportar la tinción a la hora de apreciar distintos fenómenos, se utiliza tinción por luz. Por eso al ir cambiando los filtros de luz pudimos presenciar en directo diferentes aspectos de la sangre. “Una de esas tinciones lumínicas que utilizo –nos diría Hilu- me permite ver el pH de la propia sangre en vivo. No ha habido ningún caso de sangre con tendencia a la alcalosis lo cual, con la gran cantidad de pacientes que hemos tratado, es un indicio más que habla del territorio ácido como base de la enfermedad. Sí hemos visto muestras de sangre con el pH tendiendo hacia la acidosis y cómo después de ser tratados por Goiz la acidosis en esas muestras de sangre desaparecía por completo. Sin excepción. En todos los casos. Sólo con los imanes y en quince minutos.”
Sorprendente. Pero no menos que los resultados.
CONCLUSIONES
En suma, la presencia de microorganismos parece dar la razón a los argumentos de Goiz pero, lo que es más importante, los resultados vienen a avalar el uso del Par Biomagnético en una lista larguísima de patologías. El estudio, las frías cifras -que incluyen el seguimiento a distancia de los pacientes- aún no está concluido pero el doctor Hilu tiene ya claras algunas conclusiones.
-¿Cuáles han sido globalmente los resultados obtenidos con los más de 200 enfermos diagnosticados y tratados?
-Ha habido muy pocos casos, muy puntuales, en los que no ha habido ni reacción ni mejoría. Y desde luego no ha habido empeoramientos. Los casos donde mejor respuesta se obtuvo se dieron entre quienes vinieron con diagnóstico de esclerosis múltiple, un diagnóstico con el que Goiz no coincidía porque para él todos ellos sufrían una infección bacteriana por estreptococos y clamidias. Y todos ellos, ante los ojos de quienes allí estábamos, se marcharon con un grado de mejoría muy notable. Hasta el punto de que algunos que llegaron con una movilidad totalmente limitada, que apenas se podían poner de pie para tumbarse en la camilla, salieron por su propio pie. Para mí ha sido lo más impactante. Los siete u ocho casos tratados experimentaron una mejoría sustancial.
-Imposible detenerse en cada una de las patologías tratadas pero por incidir en otra especialmente significativa y grave, el cáncer, sobre el que Goiz mantiene un enfoque muy diferente: ¿cómo les fue con los casos que les llegaron diagnosticados como cáncer?
-Podríamos decir lo mismo respecto a la mejoría general pero en los casos de cáncer hay que hacer una salvedad: a excepción de un caso que el doctor Goiz confirmó que era cáncer verdadero todos los demás que vimos eran a su juicio cánceres falsos, mal diagnosticados. Se trataba de abscesos, quistes, hematomas, bolsas de pus u otro tipo de reacciones fisiológicas a la presencia de microorganismos; por bacterias como la Enterobacter cllacae o la Listeria, por ejemplo. Honestamente asumo que el sentimiento, la esperanzadora reacción del paciente al pensar que lo suyo nunca había sido realmente cáncer, puede tener que ver con una cierta mejoría. El doctor Goiz afirma que al terminar con el problema causado por los patógenos que dan origen a su sintomatología el paciente está curado y la recuperación será progresiva. Yo debo decir que en las revisiones que hemos hecho primero aparecían los parásitos y tras el tratamiento habían desaparecido. Apreciamos incluso la mejora instantánea de otros parámetros. Por ejemplo, en los casos de cáncer de próstata vimos cómo tras el tratamiento con los imanes el marcador PSA bajó en todos los casos.
En los días posteriores pedimos a los pacientes que se hicieran con sus médicos nuevas analíticas, nuevos informes y nos los hicieran llegar. Y según los que ya se nos han remitido –no hemos cerrado el estudio precisamente porque estamos pendientes de los casos de cáncer- las mejorías son evidentes.
-¿Y cómo debemos interpretar que en el Avance de los resultados aparezca ya un caso de melanoma como curado, una leucemia como curada y un cáncer de próstata como curado? ¿Debemos deducir que esa persona fue a su médico y éste le ha dicho que su cáncer ha desaparecido?
-No, no ha sido así. Lo que ha ocurrido con esos pacientes es que han ido a sus médicos, les han pedido que les realizaran nuevas pruebas y a la vista de los nuevos resultados éstos les han dicho que nunca habían tenido cáncer, que el diagnóstico estaba equivocado. Analicemos el caso del cáncer de próstata. El tamaño de la próstata, visualmente, era grande y su PSA estaba disparado. Bueno, pues tras tratarse con los imanes el PSA se había equilibrado y en la ecografía se apreciaba un tamaño normal de la misma. Cualquiera diría que se trataba de un claro caso de reducción del tumor, ¿no? Bueno, pues el médico de ese paciente prefiere decir que se trataba de un error de diagnóstico. Así que ya sabe, con los imanes no se curan cánceres sino que se detectan errores de diagnóstico. Sin comentarios.
-¿Y se encontró en algún caso el bacilo de la lepra, causante según Goiz de los únicos casos auténticos de cáncer?
-Con cáncer verdadero sólo apareció un paciente. Un caso en fase IV en el que Goiz señaló la presencia del bacilo de la lepra y de clamidias. En ese caso sí pude comprobar la existencia del bacilo de la lepra. En el resto coincidí con Goiz en la localización de microorganismos a los que él hace responsables de patologías que luego son diagnosticadas como cáncer.
-¿En todos los casos los resultados han sido positivos?
-En la lista de casos analizados aquellos diagnosticados como cálculos renales y tumor cerebral, por ejemplo, no responden. También ha habido un caso complicado con un dolor testicular muy agudo causado por una infección producida tras depilarse los testículos y a pesar de todo lo que se hizo el dolor persistió. En el resto, en todos y para todas las patologías tratadas, hubo mejoría o curación.
Raymond Hilu estaba exultante. Nosotros vamos a esperar a que finalice el estudio y se tengan todos los datos. Pero ya avanzamos que el doctor Hilu ha demostrado tener mucho valor. Llevar adelante una experiencia como la realizada no era fácil y corría además el riesgo de tener en frente a sus compañeros más convencionales. De hecho la mayoría de éstos preferirá ignorar tan singular y enriquecedora experiencia pero estamos seguros de que a muchos otros les va a abrir los ojos y se animarán profundizar un poco más en esta herramienta terapéutica simple, eficaz y de nulos efectos secundarios. Como ya han hecho muchos otros colegas. Dicho esto debemos manifestar nuestro convencimiento de que los resultados finales dependerán de la pericia del médico o terapeuta que practique la terapia y del desarrollo de la enfermedad porque cada persona es un mundo.
Finalizamos recordando que el doctor Isaac Goiz será ponente en el III Congreso Internacional sobre Medicinas Complementarias y Alternativas en Cáncer que bajo el patrocinio de Discovery DSALUD y el aval de la World Association for Cancer Research (WACR) tendrá lugar en Madrid los días 31 de octubre y uno de noviembre de este año.
Antonio F. Muro